Jamás lo ví navegar, era uno de los barcos más grandes del puerto pesquero de Naos y en él permaneció atracado durante años junto a las neveras de Frigorsa. El paso del tiempo y la modernización del puerto obligó a limpiar de «recuerdos» el viejo muelle. Su destino final, el océano, no fue suficiente para él continuando entre nosotros para siempre.
Veríl de La Marina, 32 mt de profundidad.