Cuando la vida pende de un hilo.
Ayer en un punto del veril de Playa Chica (Tías, Lanzarote) tuve un encuentro con un ejemplar de Dromia dormia o cangrejo esponjoso. Esta especie de crustáceo frecuenta paredes verticales de basalto donde se alimenta. Es un especialista en el camuflaje, corta trozos de esponjas que coloca sobre su caparazón.
Un medio aparentemente tranquilo se vuelve hostil y peligroso para muchos seres que tienen que vivir en entornos antropizados o sea llenos de basura y residuos.
Los entornos contaminados son trampas silenciosas, invisibles y letales que matan un sinfín de seres sin que nadie o casi nadie sea consciente y/o le importe.
El Dromia de esta historia deambulaba en un tramo de veril donde abundan los restos de sedales de pesca, plomadas, muestras y anzuelos. Un entorno peligroso incluso para un buceador.
Suspendido, boca abajo a 30 metros de profundidad, atrapado en un trenzado por una de sus patas; a este cangrejo le esperaba un lento sufrimiento. Sólo un milagro o un pulpo terminarían con su agonía.
El cefalópodo no apareció pero una mano embutida en un guante le libero de la trampa y le ofreció una nueva oportunidad.
Un final feliz para una historia que se repite de nuevo en tiempos de desescalada… no aprendemos.