El ancla delató la presencia de barcos en nuestras costas. En ocasiones traían esperanza, alimentos, semillas, agua, tecnología, pero en otras la mala suerte o el destino permitia que nuestra isla sufriera enfermedades, destrucción y ataques de piratas.
Lanzarote, como isla, siempre ha estado ligada al mar y como huella de ese pasado lejano hoy podemos encontrar esas perdidas anclas que nos traen a la memoria historias de otros tiempos: El Río, Janubio, Las Coloradas, Arrecife… ellas siempre permanecerán en el profundo azul como puente de unión entre dos mundos, el que vivimos cada día y el que permanece en nuestra memoria.